Conforme pasan las semanas y la crisis del coronavirus evoluciona, los debates sobre el día después cobran importancia. El ‘día después’ plantea unas enormes dificultades: el virus seguirá allí, y la vacuna todavía no será una realidad. Para no seguir con la economía paralizada -una economía que, en gran parte, se basa en la movilidad de personas- y evitar, de nuevo, la pesadilla de un brote capaz de saturar los hospitales y acabar con la vida de decenas de miles de personas, muchas esperanzas están puestas en la tecnología. Más concretamente, en la eficacia de las aplicaciones que rastreen la proximidad de los ciudadanos. Así, los servicios de salud podrían contactar con todos aquellos que hayan estado en contacto con los nuevos enfermos, para aplicar medidas de aislamiento selectivas.
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