Sin confianza, la transición digital en salud será un fracaso

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El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó en el mes de diciembre de 2021 su Estrategia de Salud Digital (ESD-SNS), una hoja de ruta ambiciosa para la Transición Digital del sector sanitario español. El documento ve la luz semanas después del último informe de la Comisión Europea sobre Interoperabilidad, Datos en Salud e Inteligencia Artificial.

En su informe, la Comisión evidencia las dificultades que presenta el sector salud para el avance en la implantación de las nuevas herramientas digitales, fundamentalmente Analítica de Datos e Inteligencia Artificial, destacando esta última por la falta de confianza que despierta. Esta falta de confianza es esperable en un sector cuya producción de servicios se basa en la relación de confianza entre el médico y la enfermera con el paciente y sus personas de referencia, además de tratarse de una materia de especial sensibilidad, como lo es el estado de salud. Otras cuestiones relevantes que señala son la necesidad de adaptar el marco regulatorio sobre los datos de carácter personal y el obligado seguimiento de los principios fundamentales de la ética en la atención sanitaria y la salud pública.

Pese a que comparte las dificultades de penetración de las nuevas herramientas digitales en el sector salud expresadas por la Comisión, España aporta el 11,5% de las publicaciones científicas relacionadas con la Inteligencia Artificial entre los Estados Miembros, ocupando el tercer lugar en la EU27. Igualmente, España tiene proyectos en colaboración con otros dieciocho países de la Unión Europea.

La Estrategia de Salud Digital del SNS (ESD-SNS) pretende abordar tres grandes líneas de actuación:

  • Servicios sanitarios digitales
  • Interoperabilidad de la información sanitaria
  • Analítica de datos relacionados con la salud

La ESD-SNS converge con el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) “Salud de Vanguardia”, con el que se pretende impulsar la modernización del Sistema Nacional de Salud, orientándolo hacia la innovación, a través de una serie de ejes estratégicos, como son el desarrollo de terapias avanzadas y fármacos emergentes, el desarrollo de un sistema inteligente de agregación, gestión y explotación de datos en salud y el impulso de la transformación digital de la asistencia sanitaria, con especial atención a los servicios de atención primaria.

La Inteligencia Artificial (AI) es, por lo tanto, una de las herramientas digitales que van a transformar el Sistema Nacional de Salud, abriendo el camino para la medicina de las “cuatro p”, Personalizada, Preventiva, Predictiva, Participativa. La Inteligencia Artificial supone un enorme potencial de generación de conocimiento, partiendo de la actividad acumulada durante décadas y de la actividad futura. Este nuevo conocimiento debe orientarse hacia la mejora de los resultados en salud de los sistemas sanitarios, facilitando el desarrollo de acciones en materia de prevención en salud, así como importantes avances en todas las etapas del proceso asistencial. La pandemia, como estamos viendo desde su inicio, ha puesto en evidencia que la información generada presenta limitaciones para convertirse en una herramienta útil para la decisión clínica, la planificación sanitaria, la investigación o la innovación.

Abordar la Transición Digital en Salud obliga a generar confianza entre los actores del sistema sanitario. Eso supone identificar, en primer lugar, las oportunidades que representa para cada uno de ellos. Administraciones, profesionales, usuarios, industria farmacéutica y tecnológica, proveedores de servicios, constituyen una constelación de protagonistas que debe abordar el proceso de forma ordenada y con la máxima sincronización, porque el desequilibrio entre quienes avanzan con rapidez y quienes lo hacen con lentitud generará ineficiencias en unos y pérdida de oportunidades en los otros.

El ciudadano, potencial usuario de los servicios de salud, debe ser el primer destinatario de las acciones para mejorar la confianza en las herramientas digitales y en la Inteligencia Artificial. Los datos personales relacionados con la salud están sometidos a una protección especial, pero eso, en el nivel personal de cada ciudadano, no basta. El ciudadano ha de ver confianza y seguridad cuando acude a una consulta en un centro sanitario, o cuando es atendido en una video consulta; esos nuevos atributos han de acompañar a la confianza en el buen hacer profesional, en la capacidad del médico o del enfermero para orientar o resolver su problema de salud.

La Transición Digital en Salud ha de llegar al nivel de la micro gestión, al lugar en el que se elabora el producto de salud. Las herramientas digitales no pueden ser un discurso centrado en los niveles estratégicos. El ciudadano, en cuanto paciente y usuario del servicio de salud, necesita saber en cada momento que la información sobre su estado de salud no se utiliza de forma inadecuada. Al contrario, ha de saber que esa información puede tener una utilidad positiva en investigación e innovación sanitarias.

Por lo tanto, más que en cualquier otra ocasión, la estrategia ha de salir de los despachos de las altas direcciones para anclarse en cada consulta, en cada sala de exploración o en cada quirófano, penetrando en el modo de trabajo de los profesionales y haciendo que sea visible para los pacientes.

En resumen, la Transición Digital en Salud, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, debe llevar íntimamente unida una estrategia de cambio que ayude a superar las barreras de confianza entre los actores del sistema sanitario. Solamente así podrá tener éxito la estrategia digital, tal como apunta el informe de la Comisión.

Enrique González Fernández

Vicepresidente Área de Salud. AETD