La agenda económica postpandemia está centrada en las oportunidades que pueden presentarse de la mano de los fondos Next Generation EU, destinados a impulsar la transformación de las organizaciones productivas y de servicios, para ganar competitividad y eficiencia. Además, los fondos han de servir para mejorar la calidad y accesibilidad de los servicios públicos, incrementando la capacidad de decisión del ciudadano. El ámbito de la salud puede ser uno de los grandes beneficiados de este proceso de digitalización en salud financiado desde Europa.
Pero tras la teoría, vendrá la práctica. Y salvo que se cambien las estrategias de abordar la incorporación de las tecnologías a las organizaciones, producirá resultados parciales, en algunos casos muy alejados de la voluntad de la Comisión Europea para impulsar cambios profundos en las organizaciones.
El nuevo enfoque de la digitalización, la transición digital, tiene que incluir necesariamente un análisis del impacto en la organización y las medidas de cambio que hagan eficaz el proceso. La sustitución de la máquina de escribir por los procesadores de texto no fue un proceso de cambio organizativo, solamente se modificó la herramienta, el teclado y el archivo de documentos. Si nos centramos en el ámbito de los sistemas de salud, la implantación de la historia electrónica ha mantenido los soportes de registro basados en procesador de texto, incorporando, eso sí, importantes avances en la gestión compartida de la información clínica y de los procesos.
La transición digital en salud exige mucho más que un cambio tecnológico; debe ser un proceso que introduzca modificaciones sustanciales en las organizaciones, para poder explotar al máximo la información generada en el curso de la actividad sanitaria. Es un proceso complejo, que ha de tener en el centro al paciente. Fracasará sin cambios organizacionales y culturales, o si se deja, de hecho, en manos de los grandes gigantes tecnológicos.
Digitalización en salud: el cambio en las organizaciones
Bajando al detalle, en el proceso que lleva del relato clínico al dato estructurado, es necesario que la información se incorpore a los sistemas de forma coherente y protocolizada, para poder extraer todos los informes necesarios, trabajando en la combinación de las diferentes variables de cada proceso. Todo ello, por supuesto, sin menoscabo de la necesidad de mantener el espacio para las anotaciones subjetivas. Pero esos procesos estructurados abrirán el camino para la generación de algoritmos diagnósticos y terapéuticos, en definitiva, para la medicina personalizada y para la medicina predictiva.
Eso supone un cambio en el modo de trabajar de los profesionales, estructurando la recogida de la información de manera organizada según los criterios que se determinen y contando siempre con el criterio del profesional sanitario. La transición digital y digitalización en salud será así cosa de los profesionales sanitarios y también de los directivos, que tendrán que impulsar los cambios.
La transición digital y digitalización en salud será así cosa de los profesionales sanitarios y también de los directivos, que tendrán que impulsar los cambios. Pero no sólo de ellos. La atención sanitaria tiene dos destinatarios, el ciudadano y la sociedad como tal. Por lo tanto, ambos tienen que ser también protagonistas de del cambio en las organizaciones y en la oferta y consumo de los servicios de salud.