Las serias discrepancias entre el Parlamento Europeo y el Consejo, presidido este semestre por Alemania, ratifican lo que ya se intuía: no va a ser nada fácil poner en marcha el histórico acuerdo de reconstrucción para la UE post-Covid, cerrado por los jefes de Gobierno el pasado julio. Es una mala noticia para todos, pero más especialmente para los países más necesitados de esta inyección de inversión, como Italia y España.
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