Lobby de las ‘big tech’ en Bruselas: mucho dinero, ¿demasiada influencia?

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No sorprende que los gigantes tecnológicos de Silicon Valley estén muy pendientes de la actividad regulatoria de la Unión Europea. Desde que en marzo de 2015 el entonces presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, anunció el Mercado Único Digital, Europa ha ido marcando un perfil propio en su concepción de la digitalización, un perfil que cada vez resulta más incómodo para las llamadas Big Five o GAFAM – Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft-. Algunos de los asuntos que está priorizando la Comisión a través de la Digital Services Act y la Digital Markets Act, son potencialmente muy peligrosos para el modelo de negocio de compañías como Google y Facebook. Y hablamos de un mercado de más de 450 millones de personas.

Un reciente informe de la organización sin ánimo de lucro Transparencia Internacional UE pone cifras y números a ese esfuerzo de lobby, con el expresivo título de ‘Bolsillos Profundos, puertas abiertas’. ctualmente, dice el estudio, hay casi 13.000 organizaciones acreditadas como lobby en el registro de Transparencia de la Unión Europea, con un gasto declarado que supera los 1.600 millones de euros. Tres de las diez empresas que más invierten en esta actividad son tecnológicas, y encabeza la lista Google, con 5.750 millones de dólares.

Pero más significativa es la evolución de la inversión en lobby de estas compañías. Desde que a finales de 2014 empezaron a publicar datos sobre lobby en la UE -y hay todavía muchas zonas de opacidad: por poner un solo ejemplo, no hay datos sobre el Consejo Europeo-, Google ha aumentado su presupuesto en esta partida un 360%. El presupuesto de Apple se ha quintuplicado. Entre las empresas tecnológicas, quien ha mantenido una inversión más constante y estable es Microsoft. Y en seis años su presupuesto ha crecido un no desdeñable 16%.

“Las compañías de Silicon Valley están cambiando el escenario del lobby en Bruselas, con un meteórico ascenso de su gasto”, dice el informe. Transparencia Internacional UE también señala que estas compañías amplifican su presencia en la escena política participando en organizaciones y ‘think tanks’. Según sus datos, Amazon, Apple, Facebook, Google, y Microsoft se declaran miembros de 66 organismos de este tipo.

Transparencia Internacional UE también señala el problema de las llamadas ‘puertas giratorias’, es decir, cuando personal significativo de la Unión cambia de lado y trabaja con estas grandes empresas tecnológicas. Son casos que no siempre se pueden seguir, pues las compañías solo están obligadas a hacer públicos los nombres de los lobbistas con autorización para entrar en el Parlamento Europeo, y hay otros muchos lugares donde influir en la regulación. Incluso con esa limitación, llama la atención el caso de Facebook: tres de sus cinco lobistas autorizados trabajaron justo antes en instituciones comunitarias.

Aunque en ocasiones caiga en prácticas reprobables -como la ofensiva de Google para debilitar la posición del comisario Thierry Breton dentro del Ejecutivo comunitario-, el lobby es un mecanismo perfectamente legítimo para hacer oír determinados intereses, y además puede enriquecer los puntos de vista de los legisladores y de la opinión pública. Sin embargo, implica un riesgo intrínseco: que las voces con más capacidad económica sean capaces de acallar al resto. Por ejemplo, como señala el informe, el 75% de las reuniones con lobistas que han tenido los miembros de la actual Comisión eran sobre asuntos empresariales. ¿Cómo llega entonces la voz de la sociedad civil en asuntos tan esenciales para nuestra soberanía como la privacidad del dato o la no interferencia en los procesos electorales?

Ese es el dilema que como sociedad tenemos que plantearnos más pronto que tarde, porque las big tech ya tienen la capacidad económica de acallar el resto de voces cuando se trata de hacer lobby.