Cinco preguntas clave sobre la Digital Markets Act

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Tras quince meses de negociaciones, hay fumata blanca. El pasado jueves 24 de marzo, los técnicos y expertos del Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo alcanzaron un acuerdo sobre la Digital Markets Act (DMA), la Ley de los Mercados Digitales. A continuación, resumimos en cinco preguntas lo básico de esta nueva regulación.

¿Qué pretende la UE con esta regulación?

La UE considera que la fortaleza de las grandes compañías tecnológicas supone un problema serio para la libertad de mercado que hay que afrontar con determinación y más allá de las multas, por muy multimillonarias que éstas sean. Así, la DMA se ha concebido como la gran herramienta de la UE para embridar a estas compañías.

¿A quién atañe?

La norma se dirige a los llamados ‘gatekeepers’, es decir, las empresas que, de alguna forma, ejercen una posición central y de poder en el uso de los servicios digitales más usados, como búsquedas online, redes sociales, mensajería instantánea… Pero la DMA define al objeto de su regulación también cuantitativamente: empresas con una capitalización de mercado superior a los 75.000 millones de euros o un volumen de negocio en el Espacio Económico Europeo por encima de los 7.500 millones de euros, y con al menos 45 millones de usuarios finales activos y 10.000 usuarios empresariales activos anuales.

Por tanto, regulará empresas como Google, Amazon, Meta, Apple, Microsoft y el gigante chino del comercio electrónico Alibaba. Y, en principio, solo una empresa de la UE caería en el ámbito de la DMA: la alemana SAS, que se dedica al software para empresas.

¿Qué medidas concretas incluye la Digital Markets Act?

El espíritu de la ley está claro: fomentar la competencia, impidiendo que todo el ecosistema digital quede en manos de cinco o seis empresas, ninguna de la UE. Para concretarlo, se exige a estos gigantes una serie de medidas.

Los mayores servicios de mensajería (como Whatsapp o Facebook Messenger) tendrán que interoperar con las plataformas de mensajería más pequeñas, si estas lo piden. Además, los sistemas operativos deberán abrirse a las aplicaciones de terceros, lo que dará a los usuarios de iPhone, por ejemplo, más flexibilidad para decidir qué programas instalar en sus teléfonos. El objetivo es que los usuarios puedan elegir con más libertad su navegador, su asistente virtual o su motor de búsqueda.

En el ámbito de la publicidad personalizada, la combinación de datos personales obtenidos de distintas fuentes sólo se permitirá si hay un consentimiento explícito al ‘gatekeeper’.

Si la plataforma no cumple las normas, la Comisión puede imponer multas de hasta el 10% de su volumen de negocios mundial en el ejercicio anterior, y del 20% en caso de infracción reiterada. En el caso de infractores sistemáticos, la Comisión puede prohibirles la adquisición de otras empresas durante un tiempo determinado.

¿Cuándo entrará en vigor?

Se espera una aprobación final por parte del Parlamento y del Consejo Europeo en el mes de mayo. El texto entraría en vigor veinte días después y las normas serían aplicables seis meses después.

¿Cómo han reaccionado las llamadas ‘big tech’?

Desde que la DMA empezó a coger forma, las ‘big tech’ comenzaron una intensa labor de lobby, utilizando argumentos como el riesgo de estrangular la innovación y los problemas de privacidad y seguridad que podrían ocasionar las nuevas normas. Aho ra, como era de esperar, no están muy contentas con el resultado de todo este proceso, y piden más claridad en algunos puntos y más consenso respecto a los aspectos técnicos de la normativa que desarrollará la interoperabilidad y el intercambio de datos.