Día de la Protección de Datos: una fecha que no debe pasar desapercibida

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Este jueves 28 de enero se celebra, un día más, el Día de la Protección de Datos. La primera edición fue en 2007, después de que unos meses antes el Consejo de Europa decidiese instaurar la fecha.

¿Por qué ese día? El 28 de enero de 1981 se firmó en Estrasburgo el Convenio 108 del Consejo de Europa, para la protección de los datos personales en su tratamiento automatizado. Fue el primer instrumento internacional jurídicamente vinculante para la protección de datos, y durante más de 30 años, toda una referencia legal, en Europa y fuera de ella. Actualmente, el Día de la Protección de Datos se celebra en todo el planeta, y fuera de nuestro continente es conocido como el Día de la Privacidad.

El objetivo de esta jornada es concienciar a la sociedad de la importancia de proteger sus datos en los entornos digitales, para mantener así su privacidad. En un principio, la jornada se centró más en los entornos familiares, pero poco a poco esa labor de concienciación se ha ampliado a consumidores y empresas, dado el aumento de los ciberataques que se ha ido produciendo en los últimos años. La pandemia ha aumentado esos riesgos, pues el obligado recurso al teletrabajo ha disparado el perímetro que las empresas han de proteger, complicando el trabajo de los profesionales de la ciberseguridad.

Datos y dignidad

Cuando se recurre al lugar común del dato como nuevo petróleo, se obvia una diferencia absolutamente esencial: el dato, sin anonimizar, tiene un vínculo con la dignidad de la persona. Y no proteger nuestros datos en el entorno digital puede tener grandes y muy desagradables efectos en nuestro ámbito personal y familiar, con casos de ciberacoso y chantaje, y también supone un enorme riesgo para las economías domésticas, que en la mayoría de los casos ya operan de forma 100% digital.

Pero más allá de ese ámbito, hay que advertir también de que la defensa de la privacidad del dato también se juega en una esfera más amplia, de grandes empresas e intereses geoestratégicos.

Como explica nuestro manifiesto, en la AETD entendemos que el control del dato es una de las grandes batallas, probablemente la mayor, que debe librar la UE para mantener su soberanía. Soberanía entendida en un triple sentido; soberanía política, para que nuestros procesos electorales sean siendo limpios y sin interferencias; soberanía económica, para que nuestras empresas y emprendedores puedan competir en un terreno de juego equilibrado; y soberanía ciudadana, para que nadie controle una información con la que manipularnos, en todos los sentidos, sin que ni siquiera nos demos cuenta.

Vivimos en un panorama mucho más complejo que el que teníamos en 2007, cuando se instauró el Día de la Protección de Datos. A modo de ejemplo, por aquel entonces no existían ni Whatsapp ni Instagram, hoy parte del imperio Facebook. Es evidente que el desarrollo digital nos ofrece enormes posibilidades, para la prosperidad económica y para la interacción social. Pero también han aumentado enormemente los riesgos. La defensa de la privacidad del dato no puede ser una postura retórica; de ella depende en gran parte nuestra soberanía.