El Día de Internet se ha quedado viejo: necesita un nuevo impulso

dia-de-internet

Este lunes 17 de mayo se celebra, un año más, el Día de Internet. La conmemoración nace de una resolución de 2006 de la Asamblea General de la ONU. ¿Su propósito? Impulsar el conocimiento de las posibilidades de internet y otras tecnologías de la información para el desarrollo y la prosperidad económica y social.

Desde entonces han transcurrido quince años; dada la velocidad de la transición digital, acelerada aún más por la pandemia, es todo un mundo. En 2006, la velocidad de navegación en internet era todavía muy limitada, nadie sabía lo que era blockchain o el edge computing, no existía el iPhone y Netflix distribuía DVDs.

Además, el uso de redes sociales estaba también aún muy lejos de su generalización actual; Instagram, por ejemplo, no había nacido. Apenas habíamos oído hablar de fake news, de ciberataques, de derechos digitales, o del valor del data para nuestras sociedades y administraciones. Hoy son realidades que forman parte del debate público y suponen un reto para nuestras democracias.

Eso no quiere decir que la resolución original de Naciones Unidas que dio lugar al Día de Internet estuviese mal enfocada. En nuestra opinión, contiene puntos de vista aún vigentes. Por ejemplo, animar a tomar medidas que reduzcan la brecha digital, o garantizar que todos los países pudieran “beneficiarse plenamente de las posibilidades que brindan las tecnologías de la información y las comunicaciones”.

Pero, en líneas generales, el Día de Internet se ha quedado viejo. Y todos los interesados en la transformación digital somos hoy menos ingenuos. Celebramos las enormes oportunidades de la digitalización, pero sabemos sus riesgos.

Por un Día de Internet ajustado a las realidades de 2021

En 2021 el ecosistema digital es mucho más avanzado y complejo que a principios de este siglo. La Red, nacida con vocación de ser un instrumento de intercambio de información libre y sin fronteras a disposición de la humanidad, ha evolucionado hasta convertirse en un entorno fundamental de nuestras vidas.

Y hablamos con naturalidad de los grandes avances en la inteligencia artificial, la tecnología blockchain, la calificación algorítmica, el despliegue del 5G, el internet del comportamiento, o las fake news, entre otras realidades tecnológicas en la que el ciudadano poco, o nada, puede decir.

El ecosistema digital está dominado por un puñado escaso de gigantes digitales, compañías principalmente norteamericanas y chinas que operan casi como monopolios de facto. Estas grandes empresas no europeas son juez y parte del mundo digital, estableciendo las reglas del juego para ciudadanos, empresas y hasta gobiernos.

En los últimos meses, la pandemia ha acelerado todavía más estas tendencias, obligando a ciudadanos, instituciones y empresas privadas a realizar una transición digital rápida y forzada. Lo que ha sido una crisis para muchos ha representado una gran oportunidad para pocos y, de forma destacada, para los gigantes digitales, que han visto cómo su negocio se multiplicaba en detrimento, en muchos casos, de los comercios y negocios locales. No es un simple efecto de la libre competencia: sería ingenuo no señalar la capacidad de estas empresas para driblar requisitos fiscales y laborales que sí cumplen sus competidores directos europeos.

Nuestra propuesta de Día de Internet

Por todo esto, creemos que no tiene sentido seguir celebrando el Día de Internet como si estuviésemos en 2006.

Necesitamos un Día de Internet distinto. Un día en que reflexionemos sobre el futuro digital que queremos construir para Europa, sobre la necesidad de defender la soberanía digital de nuestro continente. Y también sobre el papel de las instituciones europeas, ahora que se discuten la Digital Services Act y la Digital Markets Act.

En vez de actos protocolarios y de discursos autocomplacientes, tenemos la obligación de afrontar el reto digital con todo realismo. Es el momento de poner punto y final a lo que se ha convertido en algo superficial y carente de interés, para dar paso a un verdadero Día de Internet, ciudadano, constructivo y europeísta.