Tiktok y la nueva guerra fría: Europa no está condenada a la irrelevancia

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La aplicación de videos cortos TikTok, todo un fenómeno entre los adolescentes, es el nuevo campo de batalla de la guerra fría digital que mantienen China y Estados Unidos. La Administración Trump considera que TikTok es un caballo de Troya que el régimen de Pekín está utilizando para recabar datos de miles de estadounidenses, datos que se utilizarían para labores de espionaje.

Las nuevas hostilidades entre las dos superpotencias digitales comenzaron el 31 de julio, cuando el presidente Trump dijo a la prensa, en el Air Force One: “En lo que respecta a TikTok, lo vamos a prohibir en Estados Unidos”, donde se calcula que la app ha alcanzado los 165 millones de descargas.

Pero, como suele suceder en la Administración Trump, las palabras del presidente van por un lado; los hechos, y su velocidad, no exactamente por el mismo. Prácticamente un mes después de ese anuncio, está por concretar cómo se llevaría a cabo esa prohibición, e incluso si realmente es posible.

De momento, el último episodio de esta guerra ha tenido lugar en un tribunal federal de California, donde la empresa propietaria de TikTok, Bytedance, ha presentado una demanda contra el Departamento de Comercio, el presidente Donald Trump y el secretario de Comercio, Wilbur Ross, para evitar que el Gobierno “prohíba inadmisiblemente” el funcionamiento de la red social en el país.

¿Cuál es la posición de Europa en esta disputa? Como en el pulso entre China y Estados Unidos sobre Huawei y las redes 5G, la UE se encuentra entre dos gigantes. Pero mientras que en el caso de la empresa de telecomunicaciones exhibe una posición de cierta dureza respecto al gigante chino, nada parece indicar que perciba TikTok como una amenaza para las libertades.

De hecho, tanto la UE en su conjunto como algunos Gobiernos de forma individual tienen acuerdos con TikTok para promover informaciones en asuntos como la lucha contra el Covid o el abuso infantil. Para el diario online Politico, la UE es un ‘puerto seguro’ para TikTok.

Pero eso no significa que no haya riesgos: como toda aplicación que maneja información sensible de millones de individuos, la UE ha de vigilar que TikTok cumpla a rajatabla sus leyes de protección de datos, sin olvidar que forma parte de un sistema político y económico alejado de los estándares democráticos europeos. La preocupación por TikTok no es una excentricidad más de la Administración Trump; destacados políticos demócratas también han dado públicamente la voz de alarma.

Por eso Europa debe mantener su nivel de exigencia sobre TikTok. Pero más allá del caso concreto, lo importante sería lograr evitar una situación que empieza a ser recurrente: los europeos, como meros espectadores de la lucha entre gigantes extranjeros, con sus propios, y legítimos, intereses.

La UE debe defender un terreno de juego equilibrado, donde todos cumplan las mismas reglas, justas y claras. Y al mismo tiempo, ha de promover las condiciones necesarias para construir y reforzar sus propios gigantes digitales. Como decimos en nuestro manifiesto, no solo está en juego donde acaban los datos de los europeos, sino también nuestra propia soberanía política, económica e individual.