Apple, privacidad y control de los datos

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Sin la manga ancha que tenían hace unos años en cuanto al control de los datos, las ‘big tech’ llevan ya tiempo trabajando en torno al concepto de ‘privacidad’, que también se ha convertido en una herramienta de marketing. Apple se ha tomado muy en serio esta disputa, y a comienzos de junio presentó un nuevo concepto de privacidad para los clientes de su servicio en la nube, iCloud. Lo ha bautizado como Private Relay.

Básicamente, se trata de un servicio de pago que permite cifrar completamente el contenido mientras se navega por Safari, el navegador de internet de la marca de la manzana.

Otra nueva función que integra Apple es «Hide my Email», o la posibilidad de utilizar mails aleatorios con el dominio i.cloud.com, para evitar, al menos en teoría, que la dirección de correo acabe en manos no deseadas. Ya se podía utilizar para evitar el uso de la dirección de correo personal al iniciar sesión en webs de terceros, y ahora la funcionalidad se extiende al envío de emails.

Google también se apunta a la privacidad

Google, por su parte, también enarboló la bandera de la privacidad cuando a comienzos de este año anunció que a partir de 2023 su navegador Chrome, el más usado del mundo, bloqueará todas las ‘cookies’ de terceros, dando más privacidad a la navegación del usuario. Es un paso que ya dieron Firefox y Safari, y que pone en serios apuros a la industria de los ‘brokers de datos’, que hace dinero moviendo información personal de aquí para allá.

Que los grandes gigantes tecnológicos se tomen en serio la privacidad –sean cuáles son sus verdaderos motivos- es una buena noticia. Denota, en primer lugar, un aumento de la sensibilidad social respecto a la privacidad y el poder, enorme, de los datos. Y abre el camino para un nuevo modelo más respetuoso con el consumidor digital.

Por tanto, desde el punto de vista de la protección de la privacidad del usuario, son pasos en la buena dirección. Pero puede que no sea oro todo lo que reluce, pues estos movimientos, que van a más, configuran una especie de burbuja, en la que el usuario tiene más control, sí, pero Apple y Google también. Todo el resto de posibles ‘jugadores’ se quedan fuera. Descenderá drásticamente el número de actores que manejan datos, pero puede que acaben siendo solo dos o tres grandes empresas, en régimen de oligopolio. Un terreno de juego más desequilibrado, camino de una competencia casi imposible con las ‘big tech’.

Las medidas contra el descontrol en los datos son positivas, pero es inquietante de dónde viene el remedio.