#salvatuzona: pedimos a los alcaldes europeos que defiendan el comercio local frente a los gigantes del comercio electrónico

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Es el momento decisivo del año para el comercio, con la llegada del ‘Black Friday’ y las fiestas navideñas. Pero también en esto 2020 es diferente: muchos comercios europeos no se juegan en las próximas semanas cerrar mejor o peor el ejercicio. Se juegan, directamente, su supervivencia. Si no tienen buenos resultados, bajarán la persiana para siempre, empobreciendo el tejido social y económico de las ciudades europeas.

La extrema dificultad de este momento nace, fundamentalmente, de los efectos de la pandemia del coronavirus que, durante la mayor parte del año, ha provocado que el comercio esté a medio gas o, incluso, cerrado a cal y canto.

La pandemia agravó drásticamente una situación que ya era difícil, pero en estos meses tan terribles el mundo del comercio ha seguido girando, fundamentalmente en otro ámbito: el digital. Hemos visto un importante espaldarazo en el proceso de digitalización de tiendas y comercios, negocios muchas veces familiares, que hasta hace unos meses vivían totalmente ajenos al fenómeno de la digitalización. La voluntad de los empresarios y la fortaleza de las redes de telecomunicaciones ha permitido avanzar en meses lo que se habría hecho en años. Es, sin duda, una buena noticia en medio de un panorama oscuro.

Pero si hablamos de comercio y digitalización, el gran fenómeno del año ha sido el auge de Amazon, el gigante estadounidense de la distribución. Tomemos solo un par de datos: desde el 11 de marzo, cuando la OMS declaró la Covid-19 una pandemia, hasta exactamente ocho meses después, el 11 de noviembre, su cotización bursátil creció un 72%. Y los resultados del segundo trimestre del año, 5.243 millones de dólares de beneficio, fueron los mejores en los 26 años de la historia de la compañía.

No tenemos nada en contra del extraordinario rendimiento, bursátil y financiero, de Amazon, o de cualquier otra empresa. Pero debemos preguntarnos por las consecuencias de su dominio del mercado. ¿Cómo lo ha logrado? ¿Es el modelo de empresa digital que queremos para la UE? ¿Y qué efectos tiene su enorme fortaleza?

Son preguntas que también rondan a la Comisión Europea, que desde hace años investiga a Amazon por su posición de dominio de mercado. También son notorios el empecinamiento de Amazon en regatear todo lo posible el pago de impuestos en los países en los que opera y las denuncias de los sindicatos y trabajadores por las presiones laborales que se ejercen en sus almacenes, sin olvidar su polémico uso de la figura del trabajo autónomo. No es el modelo de negocio que los ciudadanos y consumidores europeos queremos.

La ventaja competitiva de los gigantes estadounidenses y asiáticos del comercio electrónico es tan grande y voraz que, de seguir así las cosas, el comercio de proximidad está prácticamente condenado a desaparecer. Y si este tipo de comercio queda reducido a la marginalidad, algo hacia lo que nos encaminamos, pierden las ciudades y pierden los ciudadanos. Menos empleo, menos ingresos fiscales, menos atractivo turístico, menos diversidad, menos vida en las calles.

Estamos, en definitiva, ante un modelo profundamente injusto, con una deriva peligrosa. Por eso nos hemos decidido a actuar, escribiendo formalmente a los alcaldes de las ciudades del continente para que pidan a sus vecinos que, en las próximas semanas, apoyen el comercio en su ciudad no comprando en los gigantes del comercio electrónico. Otras ciudades como París, Grenoble, Poitiers o Barcelona, entre muchas otras, ya ha dado el paso pidiendo a sus vecinos que no hagan compras en Amazon.

Los comercios, pequeños y también grandes, dan vida a las calles y empleo a los ciudadanos. Responden a nuestra forma de vida, y, en los casos más significativos, son parte de nuestro patrimonio sentimental. Sus dueños pagan impuestos, los impuestos que necesitamos para mantener las calles limpias y seguros, ofrecer transporte público sostenible y de calidad, prestar servicios sociales a los más desfavorecidos…

La situación es crítica, y el momento es ahora. Necesitamos un compromiso claro en defensa de todo el comercio local y contra las empresas que lo depredan sin aportar casi nada a cambio. Hace falta un modelo más equilibrado de transformación en el comercio electrónico, y la mejor herramienta que tenemos para lograrlo son nuestras decisiones de compra.

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